CONTENIDO
Generalidades de la
toxicología
La historia
de la toxicología se remonta
a la época de la aparición del hombre sobre la
tierra, donde este debió discriminar tempranamente qué alimentos de la naturaleza servían para
nutrirlo y cuáles
podían envenenarlo, de esta distinción dependía su vida. El
hombre fue aprendiendo de la naturaleza y utilizó de ella tanto
para los tratamientos con bases empíricas, como para agredir
a otros. La historia recuerda
que los provee- dores de venenos distinguían aquellos de acción
rápida, retardada y otros de acción
acumulativa. Así aparecen
los primeros modelos
experimentales “los probadores de alimentos” de los
reyes, primero hombres
y luego perros,
con lo cual
fue creciendo el conocimiento. Sin embargo, a partir de la Revolución Industrial las acciones
tóxicas comienzan a tener relevancia en los ambientes
de trabajo, de donde surgen los primeros conocimientos acerca de las intoxicaciones, ejemplo, por plomo. A partir
de la Primera Guerra
Mundial la búsqueda
de mayores conocimientos acontece dentro de la industria bélica,
emerge la utilización del gas mostaza
que elimina primero
a los enemigos, y una veintena
de años después a quienes
tuvieron contacto con este gas (distinción entre los efectos
agudos y crónicos
de un tóxico).
Generalidades de la
toxicología
Definiciones
La toxicología se define como la ciencia
que estudia el origen y naturaleza de los
efectos tóxicos, provocados por la exposición a los agentes
químicos en organismos vivos. Permite hacer un estudio cualitativo y cuantitativo de estos efectos
que pueden ser desde
prácticamente inapreciables, hasta
capaces de provocar la muerte. Incluye la investigación de todos los mecanismos y factores que intervienen en el proceso toxicológico, qué hace el tóxico al penetrar en el organismo y qué hace el organismo para inactivarlo y eliminarlo.
La toxicología preventiva se refiere
a aquellos casos en los que existe
evidencia de exposición
a un tóxico, este o sus metabolitos se identifican en el organismo, además,
aparecen alteraciones a nivel bioquímico, pero el trabajador no presenta ninguna
manifestación clínica,
es decir, no se ha alcanzado aún el nivel
del horizonte clínico.
En esta etapa la conducta
siguiente es eminentemente preventiva. En general, basta con retirar al trabajador de la fuente
de exposición para que los niveles bioquímicos remi- tan en un periodo
más o menos corto y sin necesidad
de aplicar tratamiento alguno. Un agente tóxico es el compuesto químico que, absorbido e
introducido en el medio interno
y metabolizado, provoca
lesiones en los aparatos y sistemas orgánicos del cuerpo, e incluso, causa
la muerte del
individuo y, por supuesto, puede inducir la intoxicación. Todos estos trastornos son ocasionados de forma accidental, o sea, es el proceso
patológico con signos
y síntomas clínicos
provocados por una sustancia
química.
La toxicidad es una expresión usada para medir el grado tóxico
o venenoso de algunos elementos, puede referirse al efecto de esta sobre un organismo completo como un ser humano. Uno de los objetivos de los estudios
clínicos y experimentales en toxicología es definir
la capacidad de las sustancias para provocar efectos
perju- diciales, es decir,
la toxicidad de estas, que es la acción de un agente
tóxico sobre un organismo y significa una alteración del estado fisiológico o de salud.
Esta toxicidad puede ser aguda, cuando los efectos
adversos suceden en un corto tiempo; crónica, capacidad de una sustancia para
causar efectos adversos consecuentes a una ex- posición prolongada; subcrónica, por
exposición repetida a una sustancia durante un
período, usualmente el 10 % de la vida.
La toxicología se define como la ciencia
que estudia el origen y naturaleza de los
efectos tóxicos, provocados por la exposición a los agentes
químicos en organismos vivos. Permite hacer un estudio cualitativo y cuantitativo de estos efectos
que pueden ser desde
prácticamente inapreciables, hasta
capaces de provocar la muerte. Incluye la investigación de todos los mecanismos y factores que intervienen en el proceso toxicológico, qué hace el tóxico al penetrar en el organismo y qué hace el organismo para inactivarlo y eliminarlo.
La toxicología preventiva se refiere
a aquellos casos en los que existe
evidencia de exposición
a un tóxico, este o sus metabolitos se identifican en el organismo, además,
aparecen alteraciones a nivel bioquímico, pero el trabajador no presenta ninguna
manifestación clínica,
es decir, no se ha alcanzado aún el nivel
del horizonte clínico.
En esta etapa la conducta
siguiente es eminentemente preventiva. En general, basta con retirar al trabajador de la fuente
de exposición para que los niveles bioquímicos remi- tan en un periodo
más o menos corto y sin necesidad
de aplicar tratamiento alguno. Un agente tóxico es el compuesto químico que, absorbido e
introducido en el medio interno
y metabolizado, provoca
lesiones en los aparatos y sistemas orgánicos del cuerpo, e incluso, causa
la muerte del
individuo y, por supuesto, puede inducir la intoxicación. Todos estos trastornos son ocasionados de forma accidental, o sea, es el proceso
patológico con signos
y síntomas clínicos
provocados por una sustancia
química.
La toxicidad es una expresión usada para medir el grado tóxico
o venenoso de algunos elementos, puede referirse al efecto de esta sobre un organismo completo como un ser humano. Uno de los objetivos de los estudios
clínicos y experimentales en toxicología es definir
la capacidad de las sustancias para provocar efectos
perju- diciales, es decir,
la toxicidad de estas, que es la acción de un agente
tóxico sobre un organismo y significa una alteración del estado fisiológico o de salud.
Esta toxicidad puede ser aguda, cuando los efectos
adversos suceden en un corto tiempo; crónica, capacidad de una sustancia para
causar efectos adversos consecuentes a una ex- posición prolongada; subcrónica, por
exposición repetida a una sustancia durante un
período, usualmente el 10 % de la vida.
Absorción
Los agentes
tóxicos pueden entrar
al organismo humano
por 3 vías, la respiratoria, cutánea y gastrointestinal. Este capítulo tratará
cada una de ellas.
Vía
respiratoria
Esta vía es muy importante en la exposición ocupacional y en los casos de sustancias químicas volátiles. Mediante
esta vía entran
los vapores, gases
y partículas. El área por donde penetran los tóxicos en el pulmón
es muy grande (de 90 a 100 m²)
y el grosor de la membrana es de 0,001 a 0,004 mm, lo cual hace que esta sea una de
las principales vías para el acceso de sustancias al organismo. En esta absorción
se involucran factores mecánicos, proceso similar a la toma
de muestra de aire como
si fuera el hombre una bomba
de aspiración, factores
anatómicos, fisiológico-bioquímicos
que reglamentan tanto el ritmo de entrada
como la intensidad de la absorción y las
posibilidades de retención.
Esta
vía se divide en dos partes: la vía respiratoria superior y los alvéolos.
Vía respiratoria superior
Esta se considera como
vía de paso
sin función activa,
aunque sí participan tanto en la absorción como en la retención de los tóxicos.
Las fosas nasales
calientan y humedecen el aire inhalado, y en el caso de las partículas actúan
como un filtro
natural que permiten
retener el 50 % de las partículas, cuyo diámetro sea superior
a 8 µ.
En comparación con la mucosa
nasal, la faringe
y la laringe juegan un papel accesorio; en cuanto a la tráquea,
bronquios y bronquiolos la importancia de la retención está ligada al tamaño
de las partículas. La incesante actividad de los cilios
que recubren esta parte de la vía respiratoria, la secreción mucosa
de las células y el reflejo nervioso ocasionado por la presencia de cuerpos extraños, contribuye a expulsar las partículas e impiden
que estas penetren
en zonas más profundas.
Vía cutánea
La piel
está revestida de una película
de agua y grasas. Las
grasas interrumpen el paso
a las sustancias hidrosolubles y favorecen el paso de compuestos con estructuras similares a ellos, como los hidrocarburos alifáticos y aromáticos, y sus derivados halogenados y oxigenados.
Para la
penetración por la piel es importante tomar en cuenta la viscosidad y
volatilidad del tóxico;
un compuesto volátil
tendrá menos probabilidad de penetrar porque no ha tenido
tiempo de estar
en contacto con la piel,
y en el caso de sustancias
viscosas será a la inversa,
pues es difícil
eliminarlas de la piel y permanecen durante mayor tiempo en la superficie cutánea.
La entrada,
ya sea física
o química, va a ser total a nivel de órganos anexos,
como el aparato pilosebáceo y los poros, donde la capa hidrolipídica está en déficit.
El agua de las glándulas sudoríparas y la transpiración sirven de vehículo
para la penetración a los tóxicos
solubles en agua.
Después que un tóxico
ha pasado esta primera barrera
se establece el contacto
con la segunda línea de defensa, representada por las diferentes capas
que constituyen la epidermis, y el tóxico
puede pasar por difusión inter- y transcelular.
El gel,
constituyente esencial de la célula,
asegura la solidez
y la plasticidad de la piel,
algunas sustancias según
su composición química, rebasan la barrera
lipídica, se infiltran y entran en contacto con el gel, como resultado se originará una alteración en función de la estructura química del tóxico.
Existen algunos tóxicos
que solo actúan en
la superficie precipitando o modificando esta
estructura proteica, lo que no excluye
que pasen a la sangre
por difusión pasiva
y absorción por los vasos capilares que se
encuentran en la dermis.
Vía
gastrointestinal
Desde el punto de vista de la absorción, esta es una de las vías principales por- que los tóxicos pueden ser absorbidos a través de
cualquier zona de ella, aunque fundamentalmente a través del intestino delgado
por la longitud de su superficie y abundante irrigación sanguínea. Es la vía
menos importante para
la salud ocupacional, pues cuando una sustancia
química entra al organismo, en este caso va a ser debido a malos hábitos higiénicos
fundamentalmente, por comer o beber en la zona de trabajo, o sin lavarse
las manos o por fumar.
El transporte a través del epitelio es principalmente por difusión y, menos
importante, por transportadores.
El grado de absorción de las sustancias, incluso los tóxicos,
depende de muchos factores, entre los más importantes están:
– Propiedades fisicoquímicas, especialmente solubilidad, disociación y coeficiente de partición noctanol/agua.
–
Cantidad de alimentos presentes
que pueden diluir el producto
y disminuir el grado de absorción.
–
Tiempo de estadía
de las sustancias en cada parte del sistema digestivo.
–
Capacidad de absorción del epitelio en esa zona y su pH.
–
Flujo sanguíneo.
–
Cambios de solubilidad.
–
Tamaño de partículas.
Estos factores hacen muy difícil predecir
la conducta de una sustancia
tóxica en el tracto
gastrointestinal y su rango de absorción.
Distribución,
localización y acumulación
De
forma disuelta o combinada el tóxico va por la sangre hacia todos los tejidos,
según su vascularización y permeabilidad tisular.
El organismo puede dividirse en
tres grandes zonas de retención:
–
Vísceras.
–
Piel, músculo y tejido conjuntivo.
–
Tejido adiposo.
A las principales vísceras llega cerca de las tres cuartas partes
del flujo sanguíneo y al resto
del cuerpo, la cuarta restante. Esta irrigación implica
mayor número de moléculas
tóxicas que llegan
a estas vísceras y una saturación más rápida
de sus tejidos.
En el organismo existen
dos medios que conspiran a favor del tóxico, el agua y los lípidos. El agua constituye el 70 % del peso corporal, y es el solvente que ocupa
el primer lugar en la disolución de las sustancias químicas, ya sean biológicas como xenobióticas.
Dado que no existe una sustancia química totalmente insoluble en agua, alguna parte de ella se solubiliza con el plasma sanguíneo, lo transporta y, si su afinidad por los lípidos tisulares es mayor, lo cede a estos.
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